Ya estoy de nuevo por aquí, ¿me esperábais? :) . Hoy fue un día normal... Por fin, nunca hubiera imaginado desear un día rutinario y sin sobresaltos... Lo mejor es que a veces me planteo escribir, sin saber el qué. A priori podría significar que voy a escribir cuatro frases deshilachadas... Pero cada día me sorprendo más cuando mis manos empiezan a correr plasmando sentimientos, vivencias y anhelos en este pequeño recuadro blanco.
Me gustaría intentar transmitir una sensación que me encanta. Veamos si seré capaz de llenar bien esta piscina de palabras para que te sumerjas en ella, amigo. ¿Te suena esa sensación de querer hacer algo, pero sin saber el qué?, esa indecisión, maldita, que a veces nos invade sin previo aviso. Queremos hacer algo, pero no sabemos exactamente adónde apunta la brújula de los deseos. A mí me ha pasado muchas veces con la bateria.
Dudo durante unos instantes, durante unos días, hasta que esa sensación se hace más fuerte, y roza lo insoportable. Cuando consigo llegar ahí, sacio el anhelo. Es genial. Me siento, y comienzo el ritual: enciendo el módulo de sonido, me pongo los cascos, ejecuto iTunes, y busco la canción más motivante que se me ocurra. Acto seguido me vuelvo a sentar, recojo las baquetas y las posiciono en mis manos. Mientras escucho los primeros compases mi mente se sumerge en otro mundo. Un mundo en que las preocupaciones no existen. Un mundo en el que lo importante es disfrutar, en el que una síncopa puede soltarte una sonrisa, en el que unos pocos "golpes" pueden hacerte feliz.
Cuando la música fluye dentro de ti, es una sensación tan genial, que no se puede describir con palabras. Es algo así como si... Volaras... No importa a dónde, ni cómo, ni hasta cuando. Tan sólo que el compás siguiente sea más original que el anterior. Esa es mi forma de tocar favorita: es una explosión de locura que se mezcla con satisfacción al ejecutar un complicado break y acabar a tiempo. Dices: "Caramba, ¡sirvió de algo escucharla tantas veces!" :-)
También sentí esa sensación de libertad con algunas personas muy especiales. Sentir que por unos instantes eres libre, aunque te encuentres atado en un caluroso abrazo. Esa sensación de que estás conectado con esa persona, y de que cuanto más aprietes, más cariño le vas a transmitir y más te vas a entender con ella. Esa sensación que ahora mismo siento, de complicidad, porque sé que sólo algunas personas que lean esto van a sonreir con picardía. Son momentos mágicos, cómo ese beso sorpresa que no te esperabas, esa tímida sonrisa en un día lluvioso, esa declaración de amor que encuentras escondida en un estuche olvidado.
Me gustaría dominar las situaciones para que todo el mundo encadenara esas sensaciones cada día, hora tras hora, cada vez un aliciente diferente para hacer la vida más amena y alegre. Pero...
¿Cuál es la fórmula de la felicidad espontánea?
La respuesta es sencilla: No hay formulas para la felicidad. Cada uno la encuentra en un lugar diferente. Lo importante de verdad es no dejar de buscarla nunca, porque al fin un día llega. Durará unos segundos, una hora, un día, pero en ese momento sabrás que merece al pena vivir, solo por esos espacios de tiempo...
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